Nos encontramos en un mundo en el que las especies se están extinguiendo (por desidia, por afán de explotación, por la búsqueda interminable de progreso etc.) a un ritmo mayor del que permitiría su sustitución por medio de procesos naturales. Nadie puede predecir a lo que abocará realmente esta situación, pero al sufrir un empobrecimiento la naturaleza, también le cuesta cada vez más proporcionamos esos servicios gratuitos a los que estamos acostumbrados, como son el depurar el aire y el agua, damos alimentos, reciclar los desperdicios, proteger a las cosechas de las plagas, nutrir el suelo, alegramos con la belleza de los pájaros y de las mariposas, etc.

Cuando estallará la crisis? Nadie es capaz de predecir con exactitud de cuál de las especies se puede prescindir ni cuál es la que de desaparecer pondrá el punto final a un sistema ecológico cuyo funcionamiento es muy interdependiente en todas sus partes, incluso en las más diminutas.