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Partí a explorar el reino de mi padre, pero día tras día voy alejándome de la ciudad y las noticias que me llegan se hacen cada vez más escasas.
Comencé el viaje frisando la treintena y han pasado más de ocho años, exactamente ocho años, seis meses y quince días de ininterrumpido camino. Creí, al partir, que en pocas semanas llegaría fácilmente a los confines del reino, pero he seguido encontrado siempre nuevas gentes y pueblos; y por doquier los hombres hablaban mi misma lengua y decían ser súbditos míos.
Alguna vez pienso que la brújula de mi geógrafo ha enloquecido y que, creyendo avanzar siempre hacia el meridión, en realidad quizá estemos dando vueltas sobre nosotros mismos, sin aumentar nunca la distancia que nos separa de la capital; esto podría explicar el motivo por el cual aún no hemos llegado a la última frontera.
Pero más a menudo me atormenta la duda de que ese confín no existe, de que el reino se extienda sin límite alguno y de que, por mucho que avance, jamás podré llegar al final.
Dino Buzzati. "Los siete mensajeros" En "Relatos italianos del siglo XX". Pág. 164.
Comencé el viaje frisando la treintena y han pasado más de ocho años, exactamente ocho años, seis meses y quince días de ininterrumpido camino. Creí, al partir, que en pocas semanas llegaría fácilmente a los confines del reino, pero he seguido encontrado siempre nuevas gentes y pueblos; y por doquier los hombres hablaban mi misma lengua y decían ser súbditos míos.
Alguna vez pienso que la brújula de mi geógrafo ha enloquecido y que, creyendo avanzar siempre hacia el meridión, en realidad quizá estemos dando vueltas sobre nosotros mismos, sin aumentar nunca la distancia que nos separa de la capital; esto podría explicar el motivo por el cual aún no hemos llegado a la última frontera.
Pero más a menudo me atormenta la duda de que ese confín no existe, de que el reino se extienda sin límite alguno y de que, por mucho que avance, jamás podré llegar al final.
Dino Buzzati. "Los siete mensajeros" En "Relatos italianos del siglo XX". Pág. 164.