Pikkukuvaa napsauttamalla pääset Google Booksiin.
Ladataan... El testamento de San JuanTekijä: J. J. Benítez
- Ladataan...
Kirjaudu LibraryThingiin nähdäksesi, pidätkö tästä kirjasta vai et. Ei tämänhetkisiä Keskustelu-viestiketjuja tästä kirjasta. 843203827X Ciudad de Éfeso. Año sexto del gobierno del emperador Nerva Trajano. Juan de Zebedeo, «el hijo del trueno» cumplía cien años. Su hora estaba próxima. Pero antes de morir el hoy llamado san Juan Evangelista escribe su cuarta y postrera epístola, destinada a todos los creyentes de la naciente Iglesia. Han transcurrido setenta y tres años desde la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret y los errores de unos y de otros amenazan con falsear el gran mensaje crístico EL TESTAMENTO DE SAN JUAN Yo, Juan, a las siete Señoras elegidas y a sus hijos, a quienes amo, según la verdad del Engendrado de Dios. Yo, Juan de Zebedeo, a quien el Justo llamó «hijo del trueno», nacido en Betsaida,después de haber vivido cien años, sabiendo que mi hora es llegada, os escribo desde Éfeso, hijos míos, en el sexto año del gobierno del emperador César Nerva Trajano Augusto, cuyo último y reciente triunfo le ha valido el título de Dácico. Yo, el peor de los pecadores: Hijos míos, es mi última hora. A no tardar seré reclamado a la presencia del Verdadero. Bien sabéis que todos mis viejos hermanos y compañeros en la verdad han muerto. Yo mismo soy un cadáver, que sobrevive por la gracia del Padre y los cuidados de mi nieta, consagrada a este despojo humano desde hace veinte años. Pero ni la bondad ni los desvelos de mi familia y de mis amantísimos hijos de esta Señora elegida pueden cambiar el rumbo de lo que fue planeado por el Altísimo. Él me llama, pero ni siquiera puedo acudir a los servicios, como no sea postrado en una silla. Es, pues, el momento de tomar papel y tinta y confesar mis errores. Ya fue escrito por mi fiel y amado discípulo Nathan: «Dios es luz, en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad.» Pues bien, vosotros, hijos míos, debéis ser misericordiosos para con este anciano que, a pesar de sus palabras y apariencia, ha cometido el más abominable de los pecados: caminar en las tinieblas y, lo que es más escandaloso, dejar que otros cayeran en elerror. Yo dicté a Nathan: No hace aún dos años —coincidiendo con la guerra con los dacios— que mi buen e ilustre Nathan, inmerecido amigo de este Presbítero, concluyó la redacción de lo que vosotros,hijos míos, habéis dado en llamar el Evangelio de Juan. Mi deber ahora es preveniros. Fui yo quien dictó a Nathan. Sólo yo, por tanto, debo cargar con la culpa de quien, habiendo conocido la verdad, la oculta, disimula y falsea. Éste es mi gran pecado, hijos míos, y desde aquí, vencido y deseoso de volver a la luz, ruego al Santo y a vosotros perdón y misericordia. Entonces, mientras dirigía la pluma de Nathan, rememorando algunas de las cosas que hizo y que dijo Jesús, tuve la ocasión de huir de las tinieblas que otros, y yo mismo, hemos consentido y alimentado, aunque bien saben los cielos que sólo nos guió la mejor de las voluntades. Pero el Maligno tiene sus propios planes y este indigno siervo del Justo no puede y este indigno siervo del Justo no puede ni quiere justificarse. Queridos: no os escribo para añadir oscuridad a la oscuridad, sino para que la palabra del Hijo brille en vuestros amantísimos corazones, tal y como nos fue confiada y no como los torpes siervos del Señor acordamos predicar. No os cause angustia ni zozobra cuanto me dispongo a confesaros. Ahora sí camino en la luz y la luz sólo es causa de alegría. Vuestro espíritu, repuesto de la sorpresa, sabrá comprender, rectificar y proseguir en el verdadero mensaje que nos dejó la Palabra. No debo ocultarlo por más tiempo: la verdad ha sido sepultada. Y yo, conscientemente, al igual que otros hermanos en Cristo, he contribuido con mi silencio y cobardía a sellar su tumba. Unos y otros, desde el momento mismo de la partida de este mundo del Salvador, hemos permitido que su doctrina fuera maquillada, olvidando y apagando la antorcha de su luz infinita. No es este que conocéis el mensaje que nos legó Nuestro Señor. Hemos caído en graves errores. Y yo, Juan de Zebedeo, como último de los supervivientes del grupo de los íntimos del Justo, estoy obligado a rectificar, en beneficio de la verdad. Sólo entonces descansaré en paz. näyttää 4/4 ei arvosteluja | lisää arvostelu
San Juan Evangelista está a punto de morir y antes de hacerlo decide dejar su cuarta y postrera epístola. Kirjastojen kuvailuja ei löytynyt. |
Current Discussions-Suosituimmat kansikuvat
Google Books — Ladataan... LajityypitMelvil Decimal System (DDC)229.915Religions Bible Apocrypha Apostolic epistles and canons; ClementinesKongressin kirjaston luokitusArvio (tähdet)Keskiarvo:
Oletko sinä tämä henkilö? |