Eduardo Téllez Vargas surgió cuando los reporteros debían acudir personalmente al lugar de la noticia y hacer indagaciones por su cuenta si querían obtener la exclusiva. Su figura fue proverbial en los escenarios donde ocurrieron los sucesos policiacos que conmovieron a México a mediados del siglo XX.
El Güero Téllez fue la viva imagen de un periodista notable y aguerrido. Dueño de un estilo ameno y accesible que toca las fibras más hondas de los lectores, sus crónicas son un modelo insuperable de escritura. Intrépido e ingenioso, de mirada escrutadora, habla pausada y clara, gran sentido del humor y, por supuesto, siempre con un cigarrillo colgado de la comisura de los labios.
En esta obra José Ramón Garmabella narra los mejores casos que cubrió el gran reportero de policía. Muchos de los relatos se basan en la prodigiosa memoria del Güero y otros en sus álbumes de crónicas publicadas, que conservó con celo. Sin duda cada historia de este hombre singular constituye una lección magistral de lo que debe ser el periodismo.